¿Te gustaría conocer las razones inconscientes de tus problemas de pareja? ¿Por qué sientes y actúas de una manera que no puedes evitar o de la que incluso no te das cuenta? Cuanto más consciente seas de estos motivos más ocultos, mejor podrás gestionar tu relación de pareja y las emociones que surgen en ese intercambio.
Los obstáculos más habituales que surgen en la relación de pareja
1.- Miedo al abandono
La forma en que cada uno de nosotros expresa y recibe amor en las relaciones y los miedos a expresarlo, fue establecida hace mucho tiempo en nuestras primeras relaciones íntimas con nuestra madre y nuestro padre. La influencia psicológica de los padres sobre los hijos es particularmente fuerte en una sociedad como la nuestra en la que las familias extensas, las comunidades y los ritos de iniciación que en otro tiempo mitigaban el impacto de los padres, han desaparecido. Crecer en una familia nuclear aislada y separados de la red de parentesco más amplia, hace que la relación con nuestros padres sea fundamental.
En el núcleo de todos los miedos de intimidad, se halla el miedo a la pérdida. Las personas cuyos padres estaban distantes o ausentes, suelen tener miedos de perder el amor y el contacto. Tienen miedo de ser abandonados de nuevo. Por ello, pueden colgarse en una relación de manera afectiva y necesitar que sus parejas continuamente les demuestren su amor. O pueden dejar un pie fuera de la puerta, para no volver a encontrarse en una situación de ser abandonados.
Las personas que han vivido el abandono se sienten frecuentemente avergonzadas y desprovistas de poder cuando intentan conectar con los demás. Puesto que no creen que pueden expresar su necesidad de contacto de manera que inspiren una respuesta positiva, actúan de manera desviada, distorsionada o compulsiva. Pueden volverse exigentes, manipuladores o críticos de su pareja si no actúa de la manera que quieren. Esto suele provocar la retirada del afecto de su pareja. Tienen hambre crónica de afecto y necesitan encontrar su propio espacio y estar en sí mismos sin sentirse abandonados.
2.- Miedo a ser absorbidos por la pareja
En el otro extremo, los niños cuyos padres estaban demasiado cerca o eran invasivos, temen perderse a sí mismos y perder su espacio psicológico. Se da en familias donde por ejemplo, la madre no está satisfecha con su marido y se vuelve hacia su hijo/a para obtener satisfacción emocional. O un padre que intenta inconscientemente conservar todo el afecto de su hija para sí mismo. Estos pactos secretos entre padres e hijos tienen como resultado hijos que se sienten emocionalmente atados a sus madres o a sus padres. Aquellas personas que padecieron padres invasivos, temerán por lo tanto ser absorbidas emocionalmente, controladas o asfixiadas por una pareja íntima.
Este tipo de personas suelen mantenerse a la defensiva o provocando que su pareja les abandone. Puesto que una íntima afectividad podría amenazar su ya frágil sentido de independencia, no pueden reconocer su necesidad complementaria de cercanía y conexión. Afortunadamente podemos curar estas heridas de la infancia, incluso en medio de relaciones en la que nos sentimos anormalmente agitados. De hecho uno de los grandes dones de una relación profunda es que saca a la luz estas heridas esenciales. Las viejas heridas continúan controlando nuestro comportamiento sólo porque hemos retirado nuestra conciencia de ellas. Pero para despertarlas, podemos utilizar cualquier batalla con nuestra pareja como una vía, para ayudarnos a volver a descubrir nuestras partes heridas en donde estamos bloqueando el flujo del amor.
3.- Historia y guiones
¿Por qué es tan difícil cambiar? Tal vez porque por debajo de un comportamiento compulsivo hay algo más persistente, hay un guion o historia de vida que, de alguna forma, estamos representando. Las historias de vida perpetúan las zonas heridas y contraídas dentro de nosotros. Son las formas en las que intentamos interpretar nuestra experiencia dando significados fijos a acontecimientos concretos de nuestras vidas. Todos los niños tratan de entender por qué sus padres no son más amorosos, imaginando, por ejemplo, que ellos mismos son malos e indignos de amor.
Veamos algunos ejemplos:
Juan había llegado a creer que sus padres le descuidaban porque no era suficientemente bueno. Con esta creencia encontró una manera de crear alguna identidad a partir de sus necesidades insatisfechas. Desde entonces, Juan siempre se había sentido más auténtico cuando se sentía vacío, solo, hambriento o desprovisto. Siendo niño esto había sido una estrategia brillante para mantenerse a sí mismo, en una situación familiar que amenazaba su bienestar emocional. Pero como adulto, esta identidad sesgada hacía que le fuese imposible que otras personas le pudieran nutrir. Si tenía una relación íntima con una mujer, sentía como si estuviera perdiéndose a sí mismo.
Una mujer cuyo padre se había suicidado tenía un enorme miedo a ser abandonada por los hombres. Así que nunca permitía que un hombre se le acercara demasiado. Su guion de vida, que también le proporcionaba una identidad, era “no necesito a nadie”. Puesto que su actitud impedía que los hombres se sintieran cercanos a ella, invariablemente la herían, abandonándola. Así la historia que ella se contaba a sí misma continuaba recreando su primitivo drama de abandono.
Otros ejemplos comunes de historias aprendidas en la infancia establecen guiones como:
- No merezco amor.
- Tengo que ganar el amor.
- No concibo el amor, más que como forma de control.
- Debo salvar a las mujeres.
- Siempre debo complacer a los hombres.
- Nadie me querrá sí no demuestro virtud.
Estas creencias a pesar del dolor que causan, proporcionan un sentido seguro de identidad. Continúan recreando la situación de nuestra infancia y se convierten en profecías que se cumplen a sí mismas.
4.- Sólo juntos
“Dos están unidos sólo cuando siguen siendo dos”. (Rilke)
¿Cómo permanecer en una relación? ¿Siempre juntos o separados? Convendrá reconocer tendencias para desarrollar relaciones más sanas y volvernos más plenos. Vivir íntimamente y permanecer al mismo tiempo auténticos. Intentar sentirse seguros estableciendo una identidad en la pareja como “nosotros”, sólo crea adicción y empobrecimiento interno. Por muy cerca que estemos de otra persona, una parte de nosotros siempre está sola, siempre permanece salvaje y libre. Por otra parte si negamos esta necesidad de contacto también estaremos negando nuestra naturaleza, ya que no existe algo así como el individuo totalmente independiente. El amor nos da calor y nos abre a la vida.
“El espacio” es lo que le da vida a la intimidad, no el estar juntos.
Anne siempre había negado su necesidad de amar y descubrió que realmente escondía un temor a que la dejasen sola. Había evitado su soledad cuando era niña porque la asociaba con la privación y con la amenaza de la supervivencia. Pero en lugar de dirigirse a David, su pareja, se interesó más en descubrirse a ella misma y descubrir su soledad. Descubrió que su soledad no era una carencia y que respetarla sólo enriqueció su conexión con David. Igualmente David pudo finalmente tener el espacio que necesitaba en su relación sin culpabilidad y sin sentirse absorbido. Esto también le permitió volver a conectar con su pérdida, el haber tenido que cerrar su corazón a su madre, una madre absorbente que había convertido a su hijo en su confidente. Empezó también a sentir su necesidad de contacto con su pareja de la que hasta ahora había estado huyendo. En el momento en que David no tenía que afirmar su independencia de una manera desafiante, Anne se sentía menos rechazada y pudieron empezar a unirse y estar juntos sobre una nueva base: respetándose mutua y plenamente como individuos.
5.- Nuestra relación como un espejo
La visión profunda de la relación consiste en considerar lo que nos está ocurriendo en una relación como un espejo que nos puede reflejar y devolver algo sobre nosotros mismos.
En realidad la forma en que nos relacionamos con los demás, refleja la forma en que nos relacionamos con partes de nosotros mismos. Es fácil centrarnos en lo que está mal en nuestra pareja o relación. Lo que suele ser mucho más difícil, es ver cómo somos nosotros mismos los que de alguna forma creamos todos los problemas que existen, aunque sea mediante la manera de reaccionar a lo que sucede. Cuando trabajamos sobre nosotros mismos, sorprendentemente la relación también cambia.
Veamos algunos ejemplos:
Una mujer acababa siempre en relaciones con hombres alcohólicos con baja autoestima y luchaba con poco éxito para reformarlos. Su preocupación por sus problemas le impedía prestar atención a lo que esta situación señalaba dentro de ella. Ella también carecía de autoestima. Era su propia necesidad de sentirse una persona válida lo que hacía que buscase a gente para ayudar y así sentirse útil. Cuando empezó a darse cuenta de esta falta de conciencia de sí misma, ya no necesitó salvar a más hombres alcohólicos.
Otro ejemplo es el de un joven de carácter dulce que siempre acababa relacionándose con mujeres agresivas que le dañaban. Esta situación reflejaba su necesidad de ponerse en contacto con su propia agresividad, escondida detrás de su omnipresente sonrisa. Su exceso de sensibilidad a ciertas cualidades de las mujeres, reflejaba su incomodidad para afirmarse a sí mismo. Temía y buscaba la ira de las mujeres porque tenía su propia cólera rechazada.
Otro ejemplo es el de un hombre que siempre iba salvando a damiselas en peligro y acaba invariablemente siendo abandonado por ellas después de haberlas rescatado de sus dificultades. Refleja esta situación que existía una parte de sí mismo que necesitaba ser salvada: su propia feminidad interna, su blandura y sensibilidad. No estar en contacto con ello, lo hacían frágil, dependiente y limitado. Después, cuando las mujeres a las que había salvado empezaban a florecer, no encontraban en él reflejada su plenitud recién encontrada y tenían que recurrir a cualquier otra relación.
Puede que te hayas visto reflejado/a en estos miedos o en estos ejemplos de problemas que surgen en las relaciones de pareja. Todo lo que aprendas de ti mismo/a será un camino directo a vivir con mayor plenitud en tu vida y en tus relaciones afectivas.
(Síntesis inspirada en materiales didácticos de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)