¿Somos infieles por naturaleza o por convicción? El debate es amplio entre los que opinan que hay aspectos biológicos que nos hacen tender a la infidelidad y a buscar algo nuevo, y entre los que opinan que la infidelidad surge de la elección consciente del acto. La realidad es que la infidelidad es más frecuente de lo que quisiéramos y una gran destructora de la relación de pareja.
¿Cuándo somos infieles?
Que estemos comprometidos en una relación de pareja y que ésta sea satisfactoria, no significa que no podamos sentirnos atraídos por otras personas, porque nos despiertan deseo sexual o porque nos resultan interesantes. Este tipo de emociones no podemos evitarlas, surgen de forma natural; pero para que estos sentimientos no traspasen la línea de la infidelidad, lo principal es no potenciarlos, no buscar el encuentro con esa persona ni compartir conversaciones o espacios que den lugar a intimar más allá.
Somos infieles cuando quebrantamos deliberadamente el acuerdo de fidelidad y lealtad establecido entre la pareja, manteniendo encuentros afectivos, sexuales e íntimos con otra persona o personas, y lo hacemos en secreto y de un modo encubierto. Las infidelidades pueden ser ocasionales, en forma de aventura, o manteniendo una relación amorosa que se alarga en el tiempo y que generalmente es con una única persona.
3 causas fundamentales de la infidelidad
- Creernos invulnerables y considerar la relación de pareja como una relación blindada, es decir, que nada puede alterarla. Esta creencia no es acertada, ya que todos en algún momento podemos sentirnos atraídos por otra persona o atravesar crisis de pareja que hacen a ésta más vulnerable e inestable.
- Sentir carencias en la relación o frustración por expectativas no satisfechas. Es esencial utilizar una comunicación abierta y valiente para poder expresar lo que nos disgusta, aquello que sentimos que nos falta o lo que nos gustaría que hubiera. El atajo «más fácil» aparentemente (ya que a la larga crea muchos más problemas y sufrimiento), es salir a la calle en busca de una compensación a nuestras decepciones y expectativas fallidas.
- La sensación de no sentirse valorado, admirado o reconocido en la relación. Es importante expresar con palabras el aprecio por lo que la otra parte hace o es. Reforzar aquello que nos gusta del otro genera motivación y atrae la atención de la pareja, habiendo más probabilidad de que lo deseable vuelva a repetirse.
¿El perdón es posible?
Una infidelidad destruye la relación de pareja y es enormemente dañina para quien la sufre. Las infidelidades más difíciles de perdonar son las que suceden en el seno de una relación de amantes que se alarga en el tiempo (de promedio suelen ser 2 años) y dando lugar a un compartir íntimo y profundo en la mayoría de los casos. En este tipo de situaciones las mentiras han sido muchas y se ha buscado sucesivamente el encuentro con la/el amante perpetuando el engaño de forma deliberada.
A la hora de perdonar es necesario tener en cuenta algo que podemos expresarlo o resumirlo de la siguiente manera: «Si me engañas una vez la culpa es tuya, si me engañas dos veces la culpa es mía.» Recordemos que por encima de toda relación está la dignidad y el respeto por nosotros mismos.
¿Y qué pasa con la autoestima?
La confianza en nosotros mismos, nuestra autoestima y sentimiento de valía queda dañado y requiere de tiempo y trabajo terapéutico para recuperarlos.
Que nuestra pareja haya preferido a otro/a para disfrutar, para compartir intimidad, sexualidad, tiempo, etc…, sentir que no hemos sido elegidos en esos momentos, hace que dudemos de nuestro atractivo y de nuestras virtudes. La persona engañada siente que el/la amante tiene más cualidades, es más interesante o más atractivo/a. Pero en realidad acaba siendo el espejo de todas las carencias resultantes de la relación de pareja que son fáciles de llenar con encuentros esporádicos, cargados de romanticismo y adrenalina, libre de los conflictos de la convivencia.
El triángulo en una relación afectiva no gusta ni beneficia a nadie. El que engaña se ve permanentemente tenso/a y mintiendo, cada vez más insatisfecho/a y escondido/a tras la cobardía. El/la amante permanece en una sala de espera a la que nunca llega lo que desea y siente que merece, pero mientras tanto continúa perdiendo su dignidad. La persona engañada vive en una irrealidad, con enormes dosis de dolor, rabia y sufrimiento cuando se desvela la verdad.
Habla con tu pareja si ves que algo falla en la relación, o cuando te sientas insatisfecho/ o poco valorado/a. Piensa y reflexiona antes de canalizar toda tu frustración, desamor o deseo de aventura en una tercera persona. Las dificultades tienen solución a través de la comunicación, la escucha y la empatía.