El estrés tiene mala prensa, quizás porque es el mal de nuestra época. Hemos aprendido, dolorosamente por cierto, que el frenético ritmo que llevamos la mayoría de nosotros es un viaje a ninguna parte por una autopista de caro peaje. Ese peaje que tenemos que pagar se llama estrés. Pero podemos combatirlo con la práctica del Mindfulness.
Pero, ¿qué es el estrés?, ¿cómo nos afecta?, ¿cómo podemos manejarlo? En realidad el estrés es una reacción innata del organismo cuando tiene que hacer frente a una situación que pone en jaque el equilibrio entre la demanda percibida y los recursos disponibles. Si nos fijamos, esta dialéctica entre demanda y recursos es la normalidad de nuestra vida: el flujo de la vida no es más que el ir y venir del equilibrio entre los dos componentes y la ruptura constante de él. A este juego dialéctico lo llamamos homeostasis. Todo se desarrolla en ese marco: crecer, respirar, alimentarnos, dormir, procrear… Por eso el constante ir y venir entre ruptura y recomposición constituye el motor mismo de la vida, el desarrollo y la evolución. Sin embargo, cuando la demanda supera los recursos disponibles para afrontarla, ya sea realmente o tal y como lo percibimos, surge la respuesta de estrés, que es simplemente una hiperactivación psicofisiológica del organismo para poder hacer frente a una situación de emergencia. Si esta reacción es puntual y específica, suele ser útil para responder adecuadamente a la situación que sea y poder adaptarnos a los cambios. Pero cuando esta reacción se vuelve crónica, se genera un desequilibrio y malestar a nivel físico, mental y emocional, con altísimos costes para el bienestar general y la calidad de vida de la persona, que llega a afectar a su rendimiento y sus relaciones. Si el estrés se mantiene se perpetúa el estado de alerta, y la reacción de estrés se retroalimenta, en una rueda perversa en la que el llamado “estrés crónico” genera más estrés.
Deseamos ser felices aun cuando vivimos de tal modo que hacemos imposible la felicidad. San Agustín
¿Sabías que…?
Las enfermedades crónicas relacionadas con el estrés (enfermedades cardíacas, cáncer, depresión o ansiedad) son la principal causa de muerte en los países desarrollados (OMS, 2010). El gasto total en salud mental se espera que se duplique entre el 2003 y el 2014, llegando a 239 billones de dólares. El desafío global es que las personas puedan mejorar sus capacidades psicoemocionales para manejar el estrés, mejorar la atención y autorregular los pensamientos y emociones negativas. La práctica del Mindfulness se ha revelado como un medio eficaz para esto, con resultados muy significativos. Las publicaciones científicas acerca del Mindfulness han experimentado un incremento del 2.000 % en los últimos 10 años. Profesionales médicos, centros hospitalarios y pacientes de todo el mundo se han beneficiado de su práctica y su incremento está siendo exponencial en la venta de productos anti-estrés.
La práctica de Mindfulness nos permite desarrollar recursos internos de auto-observación y auto-regulación, que nos permiten desactivar la reacción automática del estrés crónico, al hacer conscientes las reacciones corporales y emocionales ante el acontecimiento o situación estresores: aprendemos a detenernos, a hacer una pausa y a responder de manera consciente, rompiendo la cadena que conduce al estrés crónico. Entrenar la mente para estar plenamente atento en el momento presente es justamente lo contrario a lo que sucede en la reacción crónica del estrés, y con ello conseguimos:
- Aumentar la capacidad de manejar situaciones estresantes.
- Una mayor claridad en la toma de decisiones.
- Más creatividad en la resolución de conflictos.
- Mantener el equilibrio y el foco mental sostenido en ambientes desafiantes.
- Reducir las reacciones automáticas de estrés, haciendo elecciones conscientes en respuesta a los diferentes desafíos.
- Involucrarnos con los demás a través de relaciones auténticas y genuinas.
- Crear y sostener hábitos de vida y de trabajo saludables.
- Acceder a un mayor nivel de calma y estabilidad.
Hay salida al estrés y la solución es sencilla, solo es necesario un poco de voluntad y constancia. La práctica del Mindfulness te puede ayudar enormemente.
(Extraído de materiales didácticos de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)