Los psicólogos y psicólogas utilizamos cada vez más el concepto de paz interior para referirnos a un estado de equilibrio y satisfacción general en las personas. Aunque este término suele ser asociado a algunas tradiciones orientales cercanas al budismo, también existe una interpretación de este fenómeno desde la psicología, dejando atrás connotaciones religiosas. En este artículo vamos a tratar el término “paz interior” como una manera de vivir que muchas personas aspiran alcanzar.
¿Qué es la paz interior?
La paz interior es un estado cognitivo y emocional vinculado a un sentimiento de bienestar y calma, que a su vez define el modo en el que nos comportamos. Esta idea tiene sus raíces en ciertas filosofías de vida orientales, vinculadas a religiones como el budismo y el taoísmo, que se caracterizan por reivindicar la mentalidad de la no-acción.
La paz interior en su sentido tradicional es un reflejo del orden en el que idealmente debemos vivir: una expresión del hecho de que encontramos una armonía en nuestra manera de percibir el entorno y, por consiguiente, en nuestra manera de obrar y de pensar. Por supuesto, cada tradición religiosa la ha definido a su manera, pero en general todas ellas comparten ese énfasis en la no-acción.
Su relación con el deseo
A veces entendemos erróneamente la paz interior, definiéndola como la ausencia de preocupaciones o miedos. Sin embargo, tradicionalmente la paz interior no ha sido definida como la ausencia de estos factores con un impacto emocional negativo. Además, se caracteriza porque en ella no hay tampoco grandes deseos ni, en general, tensiones psicológicas que nos empujen a actuar sobre nuestro entorno persiguiendo una meta concreta.
Cómo desallorar este estado psicológico de bienestar
La paz interior puede ser asociada al bienestar y a la sensación de que no hay conflictos de importancia que resolver en nuestro entorno próximo. Teniendo en cuenta esto, las mejores medidas para desarrollar paz interior son las siguientes.
1. Llevar un estilo de vida sano
Es fundamental cuidar nuestra salud y llevar un estilo de vida sano que nos ayude a cuidarla. Una dieta sana y equilibrada, hacer ejercicio moderado de manera regular y dormir las horas correspondientes, entre otras cosas, ayudan a nuestro equilibrio, a nuestro descanso y a nuestra regeneración fisiológica.
2. Soluciona tus necesidades fundamentales
Para llegar a la paz interior, es necesario tener cubiertas las necesidades básicas, aquellas que tienen que ver con disponer de un sustento material y constante para vivir: un hogar, alimentos, relaciones personales, etc…
Primero se necesita solventar la situación económica precaria (si la hay) antes de plantearse alcanzar ese bienestar psicológico. Tratar de llegar a la paz interior en mitad de la pobreza, además de ser ineficaz, banaliza la importancia de unos mínimos materiales que dignifiquen la vida humana.
3. Evita dramas innecesarios
Buena parte de las preocupaciones cotidianas de los seres humanos son problemas totalmente ilusorios creados por uno/a mismo/a. Por ejemplo, la necesidad de caerle bien a todo el mundo, o de seguir la trayectoria laboral que otros esperan de uno/a mismo/a, o la obsesión por acercarse lo máximo posible a los cánones de belleza… Renunciar a esas metas impuestas de manera artificial es un acto liberador que nos acerca a la paz interior.
4. Reconcíliate con tus imperfecciones
La perfección solo existe en las matemáticas. La realidad se caracteriza por lo imperfecto, y como parte de ella, no debes esperar encajar perfectamente en los moldes de lo que se considera ideal. Ser consciente de que independientemente de cuánto cambiemos nunca seremos totalmente perfectos nos vuelve personas más sensatas y capaces de adaptarse a las circunstancias, pero además nos vuelve propensos a encontrarnos en paz con nosotros/as mismos/as.
5. No te obsesiones con la idea de venganza
Dañar a quienes nos dañan nos vuelve esclavos de un círculo vicioso de ataques que tarde o temprano nos hace fijarnos solo en el lado negativo de la vida. Perdonar y dejar ir viejas ofensas es el mejor modo de salir reforzados de esas experiencias, dado que es la máxima prueba de madurez. No sirve de nada embarcarnos en la misión de castigar constantemente por el simple hecho de hacerlo.
La paz interior está al alcance de todos/as. Atendamos qué nos desequilibra para averiguar qué necesitamos cambiar y con ello recuperar la armonía y el gusto por vivir.